Desde su estreno, The Acolyte, ha estado en el centro de la controversia. Primero, por despertar todo tipo de polémicas y luego, por parecer cuestionar directamente el Canon de Star Wars. La historia de Osha y Mae (Amandla Stenberg, en doble papel), no solo desafía al fandom más conservador con respecto a los temas principales de la franquicia. También, deja claro que la saga imaginada por George Lucas se enfrenta al desafío de crecer y reventar sus puntos principales, sin perder su esencia. De hecho, la serie lo intenta y en algunos elementos, los consigue. Pero en otro, parece perder pulso y firmeza para indagar en los giros más llamativos de su argumento.
Pero en específico, la más reciente serie del universo Star Wars se enfrenta a un dilema. El de narrar una época que nunca se ha profundizado en el live-action y hacerlo de tal forma, que su argumento encaje con todo lo contado hasta ahora. Lo que lleva a The Acolyte a una reflexión acerca de varios de los escenarios más importantes de Star Wars. De qué es la Fuerza y quién tiene derecho a utilizarla hasta la naturaleza del mal. Lo cierto es que el argumento profundiza en todo tipo de situaciones y circunstancias que implican revisiones mayores del Canon G y el especial, el Canon literario. En particular, en las interacciones entre los Jedis, los Sith y la historia que ambas versiones de la Fuerza comparten entre sí.
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No obstante, y a pesar de sus intentos — algunos de ellos interesantes — , The Acolyte falla al no abarcar su ambiciosa premisa. Mucho más, al narrar de manera clara todo lo que su trama parece incluir, en medio de un mapa de situaciones cada vez más complejas. Para demostrarlo, te dejamos tres de los fallos más notorios de la producción. Lo que va de su manera de explicar un punto esencial hasta un giro sorprendente y con poco contexto, que desvirtúa su temática central. Una demostración que Star Wars todavía debe encontrar su equilibrio entre sus ideas más recurrentes, para extender su historia a una nueva generación.
Poca explicación acerca de los sensibles a la Fuerza
Buena parte de la historia de The Acolyte, explora en tres ideas esenciales. Por un lado, el momento histórico en que la Orden Jedi era más poderosa, con todas las implicaciones políticas y morales que eso supone. Por otro lado, todo lo concerniente a sus actuaciones, como consecuencia de lo anterior. Entre ambas cosas, el tema siempre debatido en Star Wars, acerca de quién debe ejercer el uso de la Fuerza y cómo hacerlo. ¿Se trata de una capacidad que puede ser espontánea y sin ningún tipo de supervisión? ¿O los Jedis deben siempre tener una intervención directa en las circunstancias que así lo ameriten?
No se trata de un tema nuevo en la franquicia. En 2017, Star Wars: Episodio VIII — Los últimos Jedi, puso de cabeza al Canon, al plantear la posibilidad que la Fuerza era un atributo que no necesitaba a los Jedis. Tanto, como para hacer del todo innecesaria la estructura de la Orden. Por supuesto, esa percepción sacudió a los fanáticos y la saga dio un paso atrás en Star Wars: Episodio IX — El ascenso de Skywalker (2019). Pero con todo, la posibilidad planteada por Rian Johnson quedó abierta en el tema.
The Acolyte vuelve sobre el punto, pero lo hace con torpeza. Tomando el ejemplo de Las Brujas de Dathomir, muestra una nueva forma de sensibilidad a la Fuerza. Esta vez, se trata de un aquelarre de brujas vive en el exilio en el planeta Brendok. Pero el argumento no solo no profundiza en orígenes, ni mucho menos, lo que rodea a este poderoso grupo. En lugar de eso, se enfoca, exclusivamente, en mostrar lo que pueden hacer. Lo que incluye crear vida al usar la Fuerza de manera antinatural.
Un importante concepto que se contradice sin mucha explicación
Quién, cómo y de qué manera se puede utilizar la Fuerza, es de considerable importancia en Star Wars. No solo, es lo que ha permitido entender mejor la relevancia de los Jedis. También, la postura de los Sith. Por lo que la intención del argumento de la serie de solo mostrar que hay otras formas de utilizar la misteriosa energía, parece ser poco importante en comparación a lo significativo y llamativo que resulta el punto de vista.
Si hay aquelarres diseminados por el universo y todos pueden crear vida — y en el caso de Osha y Mae, que sean sensibles a la Fuerza — el giro tiene un peso enorme a futuro. No solo para comprender la mitología de la franquicia, sino la forma en que se expresa semejante escenario. The Acolyte, no lo hace, sino que deja abierta semejante cuestión a una especie de interpretación libre. Lo que, por supuesto, golpea y desmerece la solidez de su trama.
Capas de situaciones que no se resuelven antes o después
La serie comenzó como un procedimental, en el que el asesinato de la Maestra Jedi Indara (Carrie-Anne Moss), era el centro de la trama. Poco después, se reveló que no solamente se trataba de un crimen fortuito, sino de lo que parecía una sucesión de muertes, relacionadas entre sí. Lo que llevó a la Orden Jedi, en especial, el Templo de Coruscant, a enfrentarse a lo que parecía una amenaza para un grupo de sus miembros.
Pero la identidad del asesino, se descubrió de una manera apresurada y sin mucha ceremonia. Mae, gemela de la ex jedi Osha y corrompida por el lado oscuro de la Fuerza, estaba ejecutando lo que parecía una venganza implacable. Lo que restó importancia a la muerte de Indara. O al menos, dejó de ser relevante en el futuro de la producción, más allá de ser el motivo de todo lo que ocurría. Lo mismo podría decirse del asesinato en masa de las brujas de Brendok y después, la muerte del equipo de Jedis en Khofar. The Acolyte no cesa de acumular sucesos graves y cada vez más complicados, que nunca se resuelven del todo.
Mucho más, cuando parecen del todo desvinculados, con lo que ahora sí, apunta ser el tema principal de la serie. El Maestro Sol (Lee Jung-jae), ha mostrado que no es del todo confiable. O al menos, que hay una dimensión oscura, de la que, hasta ahora, no se tenía noticia. Por lo que todo lo anterior, se vuelve endeble al no poder encajar con lo que, sin duda, podría ser la mayor relevación del programa. Atrás quedó la gran pregunta acerca de otros tantas circunstancias que la serie no resuelven. Un error complicado de sobrellevar, en vista de sus ambiciones.
Y ahora… Una sorpresiva tensión sexual
Para el capítulo seis y con Osha en manos del peligroso Qimir (Manny Jacinto), la ex-Jedi parece más cercana que nunca a caer en el lado oscuro. Que es lo parece está a punto de suceder, cuando al final del capítulo, se pone el casco de cortosis, en busca de lo que parece ser, la privación sensorial que mencionó el Sith. Eso, al explicar el funcionamiento de una de las piezas más temibles de su arsenal.
Pero para llegar a ese punto, la serie tuvo que pasar por una escena que tiene poca lógica en la forma en que ha explorado, hasta ahora, la naturaleza de la Fuerza. Hasta el episodio, Osha y Mae estaban divididas en el uso de la enigmática energía, debido a su percepción acerca de su uso y en el caso de la segunda, su sed de venganza. ¿Cómo alcanzar el punto de corrupción de Osha? Según narra la misma serie, debería ser por lo que une a su pasado y su incapacidad de superar, el dolor de la pérdida que sufrió muy temprano en la vida.
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Sin embargo, Qimir ignora todo eso y apunta a la vulnerabilidad secreta de Osha… Que resulta ser al parecer el deseo oculto que siente por él. Por lo que se muestra — y se insinúa — de manera erótica, hasta sostener lo que parece una tensión sexual, que nadie vio venir hasta ahora. ¿El camino más sencillo para The Acolyte? Sin duda lo es, pero también, el menos creíble en la red de datos e información que hasta ahora ha tejido alrededor de sus personajes.