En febrero de este año, OpenAI presentó Sora al mundo, su nueva herramienta de inteligencia artificial capaz de convertir texto en video. Los clips que publicaron para ostentar las capacidades de la tecnología resultan alucinantes, porque parecen sacados de una película real. Están llenos de imágenes bastante detalladas, cuentan con movimientos de cámara complejos e ilustran eficientemente las expresiones faciales.
Esto significa que la pesadilla de todas las personas que se ganan la vida en un set de filmación se ha hecho realidad. Parece ser solo cuestión de tiempo para que una inteligencia artificial gane un Óscar. El progreso de esta tecnología probará los límites de la cinematografía, ya que llegará el momento en que cualquiera podrá generar una película visualmente realista desde una laptop. ¿Quiénes serán los cineastas del futuro? No lo sabemos, aunque lo que si sabemos es que dejará de ser necesario alquilar un set y llenarlo con docenas de personas para filmar una simple escena.
Pues esto no termina aquí, si los cineastas tienen miedo de quedarse sin trabajo, los fotógrafos les sonríen como lo haría un veterano de guerra a un soldado recién enlistado. Un estudio de la universidad de Oxford ha concluido que las imágenes de comida generadas por inteligencia artificial resultan más apetitosas para las personas, siempre y cuando no estén conscientes del origen de la foto.
Los días de los fotógrafos están contados
En el estudio, los investigadores le pidieron a 297 participantes que juzgaran un grupo de imágenes de comida reales y otras generadas por inteligencia artificial, con base en qué tan apetitosas les parecían. Se incluyeron fotos de comida orgánica y de alimentos procesados, tanto manzanas y zanahorias, como leche achocolatada y papas fritas. Cuando a los participantes se les revelaba cómo la imagen había sido creada, tendían a juzgar ambas fotos como igual de apetitosas. Por otro lado, cuando su origen se mantenía en secreto, la imagen generada por inteligencia artificial era juzgada consistentemente como mucho más apetitosa que la fotografía real.
Las imágenes se crearon subiendo fotografías de comida a la herramienta de Open AI, DALL-E, pidiéndole que replicara el archivo. Lo que significa que los investigadores tomaron una serie de fotos de comida, que se veían bastante cutres, y la inteligencia artificial se encargó de otorgarles una estética profesional.
La consecuencia principal de este estudio es que comprueba que los modelos generadores de imágenes ya son lo bastante buenos no solo para generar imágenes que estimulen el apetito efectivamente, sino hasta el punto en que a los clientes se les dificulta mucho notar la diferencia. Porque los investigadores descubrieron que los participantes eran bastante buenos en averiguar cuál de las imágenes era real, cuando ambas fotos eran presentadas lado a lado. Sin embargo, cuando cada foto era presentada por sí sola, el porcentaje de los que adivinaban su origen correctamente bajaba hasta 26%.
Muchos señalaron que el estudio era inútil, porque lo único que hizo la tecnología en este caso fue simular lo que siempre han hecho los fotógrafos profesionales, manipular la comodidad de manera que se viera lo más apetitosa posible. Obviamente, los participantes preferirían la versión que se veía más profesional. Sin embargo, los que dicen esto están perdiendo de vista las verdaderas consecuencias del estudio.
Estos resultados condenan, o al menos profetizan la condena, de la fotografía comercial. Ya que el hecho más importante fue que a los participantes les costaba mucho adivinar si la imagen había sido generada por inteligencia artificial o no. Si no se les proveía la fotografía original para comparar, no tenían idea.
DALL-E cobra 0,120 centavos de dólar por generar una imagen en alta definición. Lo único que tendría que hacer el dueño de un negocio sería tomarle fotos a sus productos con su teléfono, pasarlas por DALL-E y ya tiene listo su menú. A menos que los fotógrafos profesionales estén dispuestos a cobrar tan poco por cada foto terminada (no lo están), este lado de la profesión no tiene futuro.