El miedo de parte de la población a la presencia de grafeno en las vacunas de la COVID-19 ha vuelto tras la publicación de la decisión de la Audiencia Provincial de Almería de estudiar una denuncia al respecto emitida en 2022. Inicialmente, esta se había archivado, pero recientemente se ha revocado esa decisión y se ha iniciado el proceso para investigar la denuncia interpuesta por el científico Pablo Campra. La noticia está corriendo por redes sociales y grupos de whatsapp como prueba de que los antivacunas estaban en lo cierto: las vacunas de la COVID-19 son peligrosas. ¿Pero es verdad?
Lo primero que debemos tener en cuenta para contestar a esta pregunta es que el hecho de que se inicie un proceso de investigación no quiere decir que se vaya a encontrar nada raro. Simplemente se ha tomado la decisión de investigar más. Una vez finalizado este procedimiento sabremos qué han encontrado. Sin embargo, con la ciencia en la mano, podemos ya tener una idea muy aproximada de lo que encontrarán: nada preocupante.
Las sospechas sobre la presencia de grafeno en las vacunas se basaron inicialmente en dos hechos. Por un lado, la mención al óxido de grafeno en una página de los protocolos de obtención de la vacuna publicados por Pfizer. Y, por otro lado, a la investigación iniciada por el propio Campra. Según él, al analizar una muestra de la vacuna, encontró esta sustancia en su composición. No se encuentra declarada entre los ingredientes de la vacuna y puede ser tóxica, por lo que es lógico que, si fuese cierto, resultase preocupante. Pero todo tiene una explicación mucho más lógica que la conspiración que algunos piensan.
¿Por qué Pablo Campra asegura que detectó óxido de grafeno en la vacuna de Pfizer?
Lo primero que se debe tener en cuenta es que la investigación llevada a cabo por Pablo Campra no es un estudio revisado por pares ni mucho menos. Esto significa que no lo han analizado más científicos para comprobar que se ha desarrollado adecuadamente. Simplemente es un informe redactado por él en el que ni siquiera ha contado con el apoyo de la Universidad de Almería, en la que trabaja. Él añadió el logo de la institución, pero esta se desvinculó inmediatamente de su investigación, asegurando no tener nada que ver en ella.
Dejando eso a un lado, ¿qué es lo que encontró este científico en las muestras analizadas? Según la investigación realizada en su día por los fact checkers de Newtral, la muestra analizada por Campra se la envió Ricardo Delgado Martín, un conocido antivacunas.
El propio autor del informe reconoce que desconoce la procedencia y trazabilidad del vial de vacuna. Es decir, no se sabe dónde ni cuándo se ha obtenido, ni hay constancia de cómo llegó a manos de Delgado. Por lo tanto, no se puede descartar, por ejemplo, que la muestra estuviese contaminada.
Con esa muestra de dudoso origen, Campra realizó unas pruebas consistentes en la observación mediante microscopía electrónica de dos muestras. Una de óxido de grafeno y otra del líquido presente en el vial que recibió.
Al comparar ambas muestras, se observa que, de ser realmente lo que afirma Ricardo Delgado, habría óxido de grafeno en las vacunas de la COVID-19 de Pfizer. Pero no hay constancia de que ese líquido fuese realmente la vacuna ni de que, si lo fuera, esta no se hubiese contaminado.
¿Qué es lo que aparece en el protocolo de Pfizer?
El protocolo de Pfizer menciona el óxido de grafeno, efectivamente. La frase en la que aparece es la siguiente: “Para P2 S etiquetado con TwinStrep, se aplicaron 4 μL de proteína purificada a 0,5 mg/mL a rejillas de malla Quantifoil R1.2/1.3 de oro de 300 recién recubiertas con óxido de grafeno.”
¿Significa eso que hay óxido de grafeno en las vacunas de Pfizer? Ni muchísimo menos. Para poder desarrollar una vacuna, se necesita una investigación previa. En el caso de la vacuna de la COVID-19 desarrollada por Pfizer, contiene el ARN mensajero con las instrucciones para que nuestras células fabriquen una proteína del virus que causa la enfermedad: la proteína S o espícula.
Es importante tener en cuenta que para conocer esas instrucciones, antes hay que aislar y purificar la proteína en cuestión a partir de muestras del virus. Eso también forma parte del protocolo de obtención de la vacuna. Y es ahí justo donde entra en juego el óxido de grafeno.
Esta sustancia tiene muchas aplicaciones útiles en investigación. Una de ellas es la inmovilización de proteínas. Dicho muy grosso modo, este proceso consiste en tomar las proteínas y dejarlas quietas en una especie de marco de fotos en el que se pueden someter a todas las pruebas necesarias para su caracterización. El óxido de grafeno forma parte de ese marco.
Tras el revuelo que se formó al publicarse este protocolo, desde Pfizer afirmaron que, efectivamente, habían utilizado el óxido de grafeno en ese proceso de investigación previo. No obstante, no quedan restos de dicha sustancia en la vacuna que finalmente se administra. Básicamente porque no se utiliza en su fabricación. El producto final se ha sometido a muchísimos análisis de calidad, por lo que, si hubiese óxido de grafeno en la vacuna, se habría detectado.
Entonces, ¿por qué lo van a analizar?
En definitiva, la Audiencia Provincial de Almería ha tomado la decisión de investigar el caso expuesto. Nunca está de más analizar algo que repercute sobre la salud de tantas personas y cuya petición ha sido enviada por un perito con formación científica. Ahora bien, no nos dejemos llevar por el sesgo de autoridad. Los científicos son humanos y también se equivocan. Estamos hablando de la cruzada de dos hombres, contra la investigación independiente de muchos laboratorios en todo el mundo. Esperaremos a los resultados, pero podemos hacernos una idea sobre cuáles serán.