Los bulos sobre ciencia siempre han estado ahí. Sin embargo, nunca habían estado tan presentes en nuestras vidas como en los últimos dos años. Primero fueron las falsas noticias sobre tratamientos del coronavirus, seguridad de las mascarillas o medidas de prevención. Después, por supuesto, le llegó el turno a las vacunas. Que si grafeno, que si luciferasa, que si fetos abortados… Había bulos para todos los gustos. Desgraciadamente, muchas personas se los creyeron y eso les ha llevado a poner en peligro su vida y la de quiénes les rodean, por lo que muchos científicos se lanzaron a desmentir toda esa falsa información en un intento desesperado. ¿Pero hicieron bien? ¿Hubiese sido mejor dar la información real sin más? Esa pregunta precisamente es la que se acaba de hacer un equipo de científicos del Instituto Karolinska, de Suecia, en un estudio publicado en British Medical Journal.
En realidad, su investigación no se centra en la COVID-19. Lo hace en la fiebre tifoidea, una enfermedad que en algunos países puede sonar a tiempos pasados, pero que continúa infectando a miles de personas en todo el mundo, especialmente en lugares en los que la salubridad y la seguridad alimentaria siguen dejando mucho que desear.
Es el caso de Sierra Leona, el país en el que se ha llevado a cabo el estudio. Allí, según explican en él, se dan unas 15.000 infecciones al año por Salmonella enterica, la bacteria que causa esta enfermedad. Para erradicarla, como con cualquier otra patología, el primer paso es ayudar a la población a comprender cómo se transmite. Y, por desgracia, hay muchos bulos que dificultan ese trabajo. Por eso, era un lugar idóneo para intentar responder las preguntas antes mencionadas sobre la necesidad o no de desmentir bulos.
¿Cuáles son los bulos sobre la fiebre tifoidea?
Los bulos que corren por Sierra Leona sobre la fiebre tifoidea son dos. Por un lado, se cree que la transmiten los mosquitos; cuando, en realidad, la bacteria se contagia principalmente por el consumo de agua y alimentos contaminados. Buen ejemplo es el de Mary la Tifoidea, una cocinera irlandesa que a principios del siglo XX causó el contagio de decenas de personas y la muerte de algunas de ellas por la manipulación de sus alimentos. Ella tenía la enfermedad asintomática, por lo que tardó mucho tiempo en saberse que era la responsable de que todas esas personas se contagiaran.
El segundo bulo que circula en Sierra Leona sobre la fiebre tifoidea es que tiene relación con la malaria. Esto se debe a que los síntomas de ambas enfermedades son muy similares. Pero su origen es muy diferente y, por lo tanto, también lo son las medidas de prevención.
Buena parte de la población cree estas dos afirmaciones a pies juntillas. Es importante desmentir esa información para prevenir los contagios, ¿pero cómo? Aquí es donde entra en juego la finalidad del estudio.
¿Desmentir o no desmentir?
La mayoría de los estudios previos sobre este tema, llevados a cabo con otras enfermedades, señalan que desmentir bulos no es buena idea. Se basan en que, supuestamente, repetir algo que es falso solo lo refuerza, aunque sea para discutirlo.
Sin embargo, la mayoría de estas investigaciones se llevaron a cabo en laboratorios con estudiantes universitarios. Todo eso está muy alejado de la realidad, por lo que estos científicos quisieron actuar más a pie de calle.
Para ello, viajaron a Freetown, la ciudad más grande de Sierra Leona, y reunieron a 736 voluntarios, a los que dividieron en tres grupos. El primero, que serviría como control, recibió información sobre una enfermedad que nada tiene que ver con la fiebre tifoidea. El segundo, en cambio, sí que obtuvo información sobre las vías de transmisión de esta patología. Además, se les dio información detallada sobre por qué los bulos en torno al tema son falsos. Para terminar, a los miembros del tercer grupo se les dio información sobre el contagio de la fiebre tifoidea, pero sin mención a los bulos.
Previamente, se les había preguntado a todos ellos sobre cómo creían que se contagia la fiebre tifoidea y si creían que estaba relacionada con otras enfermedades. Así, pudieron ver si su percepción cambió con la información que se les dio.
Observaron que inicialmente el 51% de los voluntarios creían que la fiebre tifoidea la transmiten los mosquitos. Además, el 59% la relacionaba con la malaria. ¿Pero qué pasó después de darles la información?
Para empezar, en el grupo en el que no se hizo nada por desmentir los bulos, los porcentajes bajaron a un 36% y un 39% respectivamente. En cambio, en el que sí se desmintió esta información, las cifras fueron de un 33% y un 29%.
Las diferencias no resultan significativas en lo referente a la transmisión por mosquitos, pero sí a la relación con la malaria. Por eso, la conclusión de estos investigadores es que desmentir bulos sobre salud sí que puede ser necesario en unas condiciones reales. Sobre todo, cuando se le explica a alguien que quiere oír. Sin voluntad no hay nada que hacer; pero eso, desde luego, es otro cantar.