Desde su estreno en 2022, Solo asesinatos en el edificio se ha distinguido por dos cosas. Por un lado, tener varios de los mejores capítulos de comedia de la televisión reciente, lo que deja claro sus múltiples nominaciones al Emmy. En segundo lugar, el reto que supone su premisa. A saber: la de un grupo de investigadores aficionados, que intentan descubrir el crimen de la temporada entre equivocaciones y torpezas. ¿Cómo lograr algo semejante?

En manos menos hábiles, el argumento habría terminado por decaer o en el mejor de los casos, volverse rutinario. Pero la cuarta temporada de Solo asesinatos en el edificio, demuestra que la serie se hace cada vez más ingeniosa y osada. Mucho más, cuando abraza por completo su naturaleza de comedia astuta y burlona, para profundizar, además, en la idea que sus personajes son más de lo que parece. Algo que, por otro lado, ya dejó en claro la tercera temporada pero que la cuarta muestra con creces. Por primera vez desde su estreno, la producción muestra que avanza hacia lugares más extraños y siniestros. 

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Mejor aún, que lo hace sin perder su característico humor y sentido del absurdo. El resultado es una nueva entrega brillante, que explora a acerca de su conflicto de temporada — con el que cerró la anterior — al que se añade la necesidad de conclusión. Si antes, la serie de Disney+ pareció carecer un poco del sentido del propósito, en su cuarta temporada lo encuentra de sobra. Más aún, deja claro que cada uno de los capítulos es una pieza juguetona acerca de su argumento central, mezcla de humor y suspenso.

Volvemos a la escena del crimen

Para entrar en contexto: en el cierre de la tercera temporada, dejó a Charles (Steve Martin), Oliver (Martin Short) y Mabel (Selena Gomez), en una situación comprometida. No solo revelaron que Cliff (Wesley Taylor) era la mano detrás del crimen de Ben Glenroy (Paul Rudd). Lo que, de una u otra manera, no solo cerró la historia, sino además, abrió la posibilidad de profundizar en otros terrenos. Después de todo, ya el grupo perdió ese aire inocente de novatos en la búsqueda de pistas, para lograr un aire más complejo en sus investigaciones.

Por lo que resulta una buena decisión, que la nueva temporada comience exactamente en el momento en que acabó la anterior. Sazz (Jane Lynch), acaba de recibir un disparo, lo que, claro está, llevará al equipo de podcasters a intentar resolver qué ha ocurrido. Pero más que eso, ahora sí, preguntarse que tanto de lo que ocurre es consecuencia de su impericia o incluso, si el nuevo crimen no es otra cosa que una provocación. Lo mejor, es que Solo asesinatos en el edificio, juega en su nueva temporada con el suspenso. Y lo hace de una forma magistral, que automáticamente renueva la fórmula desde su punto de partida. 

¿Quién tendría algo contra la doble de riesgo? O, mejor dicho, ¿se trata de un hecho que apunta directamente a que Charles se encuentra en peligro? Todavía no está del todo claro que es lo que ha ocurrido, pero Solo asesinatos en el edificio deja algo claro de inmediato. La investigación ya no solo atañe a los vecinos, sino que hay una ola expansiva de posibles intereses y culpables. Todo lo cual, hace de la nueva temporada, un escenario engañoso que desde las primeras escenas apunta a innovar para brindar un aire fresco al argumento. 

En camino a la meca del cine

Pero más interesante todavía, la serie también se cuestiona su propia fórmula. De la forma de comenzar a resolver el posible crimen, hasta el hecho de tener que enfrentar, a Hollywood. La producción analiza la repercusión de la obsesión contemporánea por el true crimen, en todo lo relativo a la película que adaptará el famoso podcast central. Lo que no solamente se convierte en un nuevo motivo de discusión entre el grupo — no podía ser de otra manera — sino en un horizonte inexplorado. Lo que convierte al tema en central en adelante. 

De las mejores decisiones de la cuarta temporada, se encuentra en enfrentar a los personajes con sus actores. Lo que supone el momento ideal para los anunciados cameos. Eugene Levy estará encargado de encarnar a Charles, Eva Longoria a Mabel y Zach Galifianakis dará vida a Oliver. La combinación entre los talentos familiares de la producción y los recién llegados, brinda a la serie varios de sus momentos estelares de temporada. 

Pero lo que más se aprecia — y mejor trabaja el guion — es la llegada del trío a la Costa Oeste y a Hollywood. El argumento se hace más rico y el humor más sarcástico, a medida que Mabel, Charles y Oliver, deben lidiar con la idea que, muy pronto, la fama lo será todo. ¿Es lo que desean? Al menos para Mabel, la pregunta es incómoda. Por otro lado, para Oliver parece un deseo cumplido. Pero Martin Short imprime a su personaje tantos matices como para que la posibilidad no sea tan obvia y mucho menos, inevitable. 

De Manhattan a Hollywood y de vuelta

Buena parte de la temporada, hace equilibrio entre ambos escenarios. Por un lado, la investigación en Nueva York. Al otro extremo, las tentadoras luces, que podrían convertir a este equipo que ha enfrentado todo tipo de situaciones en algo por completo nuevo. Pero en esencia, Solo asesinatos en el edificio, conserva lo esencial para que su historia siga funcionando como un gran mecanismo humorístico. Su capacidad para mezclar humor y drama, a la vez de suspense y un subtexto satírico delicioso. 

Para sus últimos episodios, es evidente que la serie tiene toda la intención de cambiar de tónica. Pero no, como se espera o en cualquier caso, como podría creerse de inmediato. Una cosa sí está clara: esta brillante producción no hace más que crecer. Hacerse más rica, humana y sensible. También divertida. Todo un regalo para fanáticos que hace de la cuarta entrega, quizás, la mejor hasta el momento.