Si alguien te entregara mil dólares todos los días, tendrían que pasar tres años para que te convirtieras en un millonario. Si quisieras obtener mil millones de dólares (un billion en inglés) para así convertirte en "billonario" (en español sería "mil millonario" pero nadie usa ese término), tendrían que pasar 2740 años para que pudieras acumular tanto dinero. Por esto es que tantas personas odian a los billonarios. La mayoría de seres humanos nunca verán tanto dinero, por lo que parece injusto que tanta riqueza esté concentrada en un solo individuo.
Sin embargo, la vida real obviamente no funciona de esa manera. Es decir, que nadie tiene mil millones de dólares en su cuenta bancaria. Poniendo a Jeff Bezos como ejemplo, su salario anual es de 81.840$. La mayoría de los 156 millardos que componen su enorme riqueza los posee en forma de acciones de su empresa Amazon. Con un capital tan basto, puede permitirse financiar su estilo de vida a través de préstamos bancarios, poniendo acciones de garantía. Si por alguna extraña razón Jeff Bezos quisiera vender gran parte de sus acciones y ese conocimiento se hiciera público (como en su caso es requerido por ley), el precio de las acciones de Amazon colapsaría, ya que otros inversores lo verían como una terrible señal sobre el estado de la compañía. El punto es que sí, técnicamente Bezos controla más riqueza que muchos países, pero en realidad no puede hacer uso de ella como si se tratara de dinero en efectivo.
Existen muchas concepciones erróneas sobre los billonarios, y sobre la economía en general. Ya que la política está íntimamente ligada con la economía, muchas campañas de propaganda buscan convencer a los votantes de que algún grupo maligno está detrás de todos sus problemas. Esta es una estrategia muy efectiva, porque simplifica un problema complejo, compuesto por miles de factores, en un objetivo concreto. Si convences a gran cantidad de personas de que: "Si solo pudiéramos deshacernos de x, entonces todo se resolvería", tienes una buena probabilidad de ganar una elección. Así es como a muchos les gusta pretender que la mayoría de billonarios simplemente heredaron su riqueza. Les explicamos por qué no es cierto.
La mayoría de billonarios crearon su propia riqueza
Muchas publicaciones utilizan el término "self-made" sin molestarse en definirlo. Hace referencia a que alguien ha creado su propia riqueza, o sea que no la ha heredado, pero se presta a ambigüedades que causan confusión. Ya que para algunos "self-made" significa que una persona surgió de la pobreza más extrema, solo para convertirse en alguien increíblemente rico. Probablemente, ningún billonario cumpla con este criterio. Solo hace falta echar un vistazo a la lista de dónde se ubican los billonarios del mundo. No es sorpresa encontrarnos con que la primera economía del mundo, Estados Unidos, y la segunda, China, ocupan el primero y el segundo puesto, respectivamente.
A lo que en realidad hace referencia, el término "self-made" es a una persona que no proviene de una familia billonaria, pero que logró acumular mil millones de dólares. Resulta que la mayoría de billonarios del mundo cumplen con ese criterio. Por ejemplo, volviendo a Jeff Bezos, en sus inicios, sus padres invirtieron cientos de miles de dólares en su naciente compañía. Sin embargo, igualmente se considera que Bezos creó su propia riqueza, ya que unos cientos de miles de dólares no se comparan a múltiples miles de millones.
Es un hecho que empresarios mega exitosos como Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Bill Gates, Larry Page, entre otros, provienen de familias de clase media alta, lo que significa que tuvieron acceso a muchas ventajas y privilegios con los que otras personas no cuentan. Pero el mérito está en que existen decenas de millones de personas que disfrutaron de esas mismas ventajas, y solo un porcentaje muy pequeño de ellas se convierten en billonarios.
¿De quién es el mérito realmente?
La cuestión del mérito es compleja. Ya que si nos ponemos filosóficos, si haber comenzado tu vida contando con muchísimas ventajas sobre otras personas, quiere decir que no mereces el mérito por tu trabajo, eso significaría que cualquier persona nacida en un país desarrollado no merece ningún mérito por sus logros. Yendo más allá, cualquier persona nacida en los Estados Unidos, la economía número uno del mundo, no merece ser elogiado por cualquier cosa que logre, porque comenzó su vida como ciudadano del país más próspero en toda la historia de la humanidad.
Claro que billonarios como Jeff Bezos y Mark Zuckerberg reconocen que la suerte está entre las razones principales por las cuales son tan ricos el día de hoy. En el 2019, durante una conferencia privada en Nueva York, Bezos afirmó que la razón por la cual Amazon pudo crecer tan rápido fue porque las generaciones anteriores ya habían construido lo más difícil: como la red de telecomunicaciones que luego sería el fundamento del Internet, el sistema de pago (tarjetas de crédito), el servicio postal a través del cual entregaría sus paquetes, etc.
Dando un discurso de graduación en Harvard en el 2017, Zuckerberg reconoció que su éxito no se reducía a simplemente tener una buena idea y trabajar duro. Ya que si hubiera tenido que mantener a su familia, no hubiera tenido tiempo para trabajar en sus propios proyectos de computación. Al mismo tiempo, al venir de una familia con dinero, el creador de Facebook podía tomar riesgos sin estresarse mucho, sabiendo que si su negocio no funcionaba, sus padres lo ayudarían, como llegó a pasar varias veces.
Es importante reconocer que vivimos en una sociedad (el meme tiene razón), lo que significa que nuestros logros, al igual que nuestros fracasos, se deben en mayor o menor medida al contexto social en el que nacimos. Las sociedades prósperas suelen crear individuos prósperos y como los billonarios solo se convierten en tales al vender un producto genial o un servicio eficiente, su éxito individual refleja un beneficio social. Siempre y cuando sea en el contexto de una democracia liberal, un buen número de empresarios billonarios equivale a mucha prosperidad para el público general.