Nothing vuelve a la carga. La compañía liderada por Carl Pei ha lanzado dos nuevos auriculares in-ear. Por un lado, los Nothing Ear (a), que inauguran una nueva línea como una variante algo más económica. Y, por otra parte, los Nothing Ear. Sin número ni ningún otro indicador. Estos reemplazan a los Nothing Ear (2) que lideraban el catálogo de la marca en el campo de los auriculares.
Los Nothing Ear, al igual que sus dos predecesores, tienen como objetivo coronarse como la mejor alternativa a marcas como Sony, Huawei, Samsung, Jabra, etc. Para ello, además de ofrecer un producto interesante, basan su estrategia en dos pilares: posicionarse un peldaño por debajo en precio y un diseño sin duda diferente.
La estrategia, como decía, no ha variado con esta nueva generación. Por fuera, de hecho, son prácticamente idénticos a excepción de algún detalle minúsculo –como los nombres serigrafiados en algunas superficies–. Esta continuidad es una buena noticia, pero a la vez no. Me explico:
- El diseño de los Ear, desde la primera generación, ha sido fantástico. Y sigue siéndolo. Probablemente sean los auriculares más llamativos de la industria. Tienen personalidad, son cool y me siento cómodo –desde el punto de vista estético– cuando los uso.
- Sin embargo, se trata de la tercera iteración de una misma idea, por lo que parte de ese efecto wow que tanto se alabó en ediciones anteriores, desaparece en este caso.
En lo que respecta a diseño, he detectado un pequeño cambio que, sinceramente, no termino de comprender. Se trata de algo menor que muchas personas ni siquiera detectarán. Pero, si te fijas en los detalles, como es mi caso, no podrás dejar de verlo.
En los alrededores de la hendidura situada en la tapa superior existe una especie de relieve. No termina de quedarme claro si se trata de una lámina que han superpuesto y que finaliza justo antes de la hendidura o si han dividido en dos piezas la tapa superior y ese es justo el punto de unión entre ambas partes. Lo que sí tengo claro es que, tanto al tacto como a la vista, interrumpe la superficie y resta refinamiento al conjunto. En el Nothing Ear (2), curiosamente, no ocurría esto.
Las mejoras están en el interior
En esta nueva generación, Nothing ha puesto el foco en el interior. Asegura haber mejorado todo. En el caso del sonido, las principales novedades son:
- Un nuevo diafragma de cerámica.
- Un nuevo driver de 11 milímetros.
- Cuentan con un nuevo modo de mejora de bajos que da más peso a estas frecuencias de manera dinámica –se puede controlar desde la app–.
- Se ofrecen más opciones de ecualización desde la aplicación.
- Ahora es compatible con el códec LDAC de Sony para audio sin pérdida de calidad.
Todos estos elementos, en conjunto, hacen que, efectivamente, los Nothing Ear tengan un mejor sonido que sus predecesores. No llega a la grandeza da otros modelos de gama superior –como los WF-1000XM5 de Sony o los AirPods Pro– pero sí se puede decir que ofrecen una muy buena experiencia.
Sobre el modo de mejora de bajos, he de decir que, si bien cumple con lo que promete, no es tan trascendental como algunos pueden llegar a pensar. Y no porque el trabajo de Nothing sea malo. La clave está en el estilo de música que escuches. A un tema de Bad Bunny o 21 Savage es probable que le encaje ese extra de bajos y enriquezca la experiencia. A una balada de Ed Sheeran, no tanto. Nothing, por suerte, permite activar o desactivar esta función, así como regular por niveles.
En lo que respecta al audio sin pérdida, es una buena noticia que estos auriculares soporten LDAC, aunque, al igual que ocurre con el modo de mejora de bajos, no se trata de un punto de inflexión. Sobre todo –aunque no en exclusiva–, por un motivo: el servicio de streaming más popular, Spotify, no ofrece audio sin pérdida de calidad.
En lo que respecta a cancelación de ruido, Nothing asegura que estos van un paso más allá. La marca da diversos datos, como que anulan 5 decibelios más que la generación previa o que el algoritmo ha sido mejorado. Y llevan razón. En la práctica, los Nothing Ear hacen de manera consistente un mejor trabajo que sus predecesores eliminando los ruidos ambientales del metro, las oficinas, etc. Nuevamente, auriculares mucho más caros como los WF-1000XM5 van un paso más allá en este terreno. Pero eso no quita que el comportamiento de estos Nothing Ear sea francamente bueno en este terreno.
Lo que sí me ha dejado extrañado es el comportamiento del modo transparencia, el cual, técnicamente, permite que los sonidos exteriores lleguen al interior del pabellón auditivo sin necesidad de quitarse los auriculares. La sensación de naturalidad, en muchos escenarios, es menor que con el modelo previo. Puedes escuchar lo que ocurre en el exterior, sin duda, pero sientes que algo está "taponando" levemente las ondas sonoras. Una impresión que también comparte Rubén Chicharro sobre los Ear (a), la variante más económica. Desconozco si la razón reside en el software o en el hardware, pero sin duda me ha sorprendido.
Por lo demás, los Nothing Ear ofrecen una experiencia similar a la generación previa. Cuentan con carga inalámbrica, permiten adaptar la ecualización al desgaste auditivo de cada oído, analizan si llevas las almohadillas más apropiadas, se integran tanto con Google Fast Pair como con Microsoft Swift Pair, tienen un modo de baja latencia, se conectan a dos fuentes de manera simultánea, etc.
Solo falta hablar de la autonomía. Un aspecto en el que los Nothing Ear son levemente mejores que sus predecesores, según la marca. En la práctica, la diferencia no es significativa, así que, simplemente, quédate con que estos auriculares entregan unas 5 horas de uso por carga con la cancelación de ruido activa.
¿Merecen la pena los Nothing Ear?
Los Nothing Ear son unos auriculares fantásticos y muy equilibrados. Eso es indudable. Tienen un diseño icónico, un precio competitivo y, a pesar de no ser perfectos, entregan una experiencia global francamente buena. No exagero al afirmar que son uno de mis auriculares favoritos del momento.
Sin embargo, creo que, a diferencia de años anteriores, no son la compra más inteligente. Ese galardón se lo otorgaría a los Nothing Ear (a), la variante económica que la marca ha anunciado en paralelo. Dicho modelo comparte el grueso de las especificaciones, pero cuesta 1/3 menos. Es decir: pasa de 149 a 99 euros.
Para la gran mayoría, funciones como la carga inalámbrica, un ecualizador más avanzado, un diafragma de cerámica o un sistema de adaptación al desgaste auditivo son muy secundarias. En cambio, ahorrar 50 euros en la compra de unos auriculares es algo crucial.
Por suerte para la marca, ambos pertenecen a la misma casa. Y, aunque el lanzamiento del (a) probablemente reste ventas al modelo estándar, me parece una estrategia acertadísima.