El litio tiene aplicaciones mucho más allá de la fabricación de pilas y baterías. Es una de las sustancias más empleadas en el desarrollo de fármacos para tratar un gran número de trastornos psiquiátricos, desde la bipolaridad hasta la depresión. También se encuentra presente de forma natural en un gran número de alimentos, como la carne, el pescado, los huevos y muchos vegetales. Pero, sin duda, si hay algo que ha llamado la atención de numerosos científicos en las últimas décadas ha sido la presencia de litio en el agua.
Naturalmente, el agua del grifo puede poseer cantidades muy variables de este elemento, dependiendo de los minerales con los que haya estado en contacto antes de llegar a los depósitos. Esto ha llevado a sugerir a algunos investigadores que, quizás, se podrían detectar ciertos beneficios en la salud mental de las personas que viven en lugares con un suministro más rico en litio. De ser así, incluso se podría optar por enriquecer el agua potable de las zonas en las que se encuentra en dosis menores. A bote pronto no es algo descabellado, si se tiene en cuenta que en algunos lugares ya se hace con el flúor, para prevenir las caries.
Sin embargo, hasta hace poco, aun habiendo algunos estudios al respecto, ninguno llegaba a conclusiones claras, que indicaran si realmente podría haber un beneficio claro que empujara a llevar a cabo esta iniciativa. Ahora, en cambio, un nuevo trabajo, publicado en The British Journal of Psychiatry por científicos de la Escuela de Medicina de Sussex, sí que da información algo más coherente, aunque las preguntas por responder siguen siendo muchas.
Una revisión sobre el litio en el agua
Este estudio es en realidad una revisión de otros trabajos publicados sobre el tema en los últimos años.
Se realizó a modo de meta-análisis o, lo que es lo mismo, una revisión en la que se emplean técnicas estadísticas para analizar cuantitativamente estudios publicados con anterioridad.
Tras revisar la literatura científica existente sobre los efectos del litio en el agua potable, finalmente se usaron nueve publicaciones, en las que se recopilaban datos de un total de 1.286 localidades, ubicadas en Japón, Austria, Inglaterra, Grecia, Italia, Lituania y Estados Unidos. Este último país ha sido uno de los más estudiados al respecto, pues hay grandes diferencias en los niveles de este elemento detectados en sus diferentes regiones. Concretamente, son mucho mayores en el noreste y la costa este. Otros países no incluidos en el estudio, como España, cuentan con concentraciones elevadas en puntos muy concretos, como Cáceres.
Las regiones analizadas en el meta-análisis tenían también en cuenta dosis muy variadas, que iban desde los 3'8 microgramos por litro hasta los 80 microgramos por litro. Las dosis empleadas en psiquiatría son mucho más elevadas, de unos 200 miligramos al día. No obstante, se ha comprobado que cantidades mucho más bajas, de 400 microgramos al día, son suficientes para mejorar el estado de ánimo. Por eso, la teoría de muchos científicos es que en los lugares con cantidades más elevadas de litio en el agua, sumado al de la dieta, podrían detectarse beneficios. Y, en realidad, esa revisión sí que los encuentra. Concretamente, parecía haber una correlación clara entre los niveles de este elemento y las tasas de suicidio en cada zona.
Nuevas preguntas
Los propios autores del estudio reconocen que de este tipo de trabajos no se obtienen respuestas, sino que se plantean con más claridad las preguntas.
Ahora disponen de la información suficiente para plantear la hipótesis de que el litio en el agua potable podría influir en la salud mental de los habitantes de una región concreta. Pero el trabajo no queda ahí. Será necesario realizar ensayos aleatorizados, dedicados a analizar la situación de una forma más exhaustiva.
Además, es importante tener en cuenta las limitaciones de esta investigación. Para empezar, no se tiene en cuenta el aporte de litio a través de los alimentos y el agua embotellada, ni el estilo de vida o los posibles problemas psiquiátricos previos de la población. Son puntos muy importantes, que podrían influir claramente en los resultados.
Es importante determinar si realmente el beneficio es suficiente y, sobre todo, en caso de que lo fuera, establecer las dosis adecuadas. Cabe destacar que el litio, a pesar de sus efectos beneficiosos para la salud mental, se ha relacionado con problemas de riñón o tiroides, por lo que la cantidad de litio en el agua debería medirse con mucha cautela.
Por lo tanto, sí, parece que, en vista de los resultados, el litio en el agua podría ser beneficioso. ¿Vale la pena añadirlo artificialmente? Para saberlo con más claridad, aún hay mucho que investigar. Y, por supuesto, hasta que no haya datos, mejor seguir como estamos.