Netflix ha recorrido un largo trecho para hacerse un lugar en el cine. De ser una cadena de alquiler de videos a la pionera en las plataformas streaming, pasando por cambiar la manera de inversión en el ámbito cinematográfico. Lo cierto es que la plataforma, logró una evolución sustancial en los hábitos de consumo y en especial, en la forma en que el séptimo arte puede comprenderse. Un punto que se hizo más obvio durante la cuarentena debido a la emergencia sanitaria del COVID-19.
Poco a poco, la posibilidad que la distancia entre el cine tradicional y los servicios de suscripción fuera más corta, convirtió a Netflix en una opción viable. Y razones no faltan. La plataforma no solo es capaz de tener una inmensa vitrina online, que convierte a su catálogo en un archivo siempre creciente de los mejores y más aclamados largometrajes del mundo. A la vez, la forma como su apuesta en cintas que, de otra forma, jamás hubiesen visto la luz, cambió a la industria de manera sustancial. El modelo de negocios de Netflix — que apuesta a las suscripciones, en lugar de taquilla — le permite tomar riesgos que otras productoras no pueden permitirse. Lo que le ha permitido convertirse en un gigante en el ámbito del espectáculo.
Pero entre toda las variadas colecciones, hay algunos títulos que sobresalen, ya sea por su calidad e importancia. Te dejamos películas imprescindibles, para entender a Netflix como fenómeno. De la primera gran apuesta de la plataforma al cine tradicional hasta una de sus obras más reconocidas y queridas, en un formato poco común. La selección abarca varias de las épocas más significas del servicio y su proyección a futuro.
Beasts of No Nation
El 3 de septiembre de 2015, Netflix estrenó la primera película que distribuyó de forma independiente. Beast of No Nation, basada en el libro del mismo nombre de Uzodinma Iweala, era un drama bélico, que había pasado por diversas productoras, sin demasiada fortuna. El relato acerca de un niño soldado en medio de una guerra civil en África Occidental, parecía excesivamente complejo para una película.
Pero no demasiado extenso en su premisa — la forma en que su joven personaje central, terminaba siendo rehén de la violencia política — para una serie. O al menos, como se concebían por entonces. Por lo que el primer escollo a enfrentar, era la forma de llevar una historia semejante al gran público.
El director y guionista Cary Fukunaga (creador de la primera temporada de True Detective), aceptó el reto y con los mejores resultados. No solo logró adaptar el libro para una cinta, sino que creó una obra sensible en un escenario brutal. Grabada en Koforidua y Ezile Bay en Akwidaa (Western Region), Beasts of No Nation tiene una cuidosa puesta en escena. Pero mucho más, es una brillante exploración acerca de las víctimas anónimas de conflictos políticos. El largometraje se convirtió en un éxito de críticas y fue el primer intento real de Netflix por colarse en la temporada de premios.
Okja
Antes de la tétrica Parásitos, el director Bong Joon-ho, dirigió esta fábula medioambientalista en tono de crítica social. Pero además, Okja tiene el raro privilegio de haber revolucionado el Festival de Cine de Cannes de 2017. Eso, al ser la primera película que no tenía fecha de proyección futura, antes de llegar al evento. En una jugada estratégica, Netflix aprovechó un blanco en las reglas del tradicional encuentro cinematográfico, para jugar a su favor. Nada prohibía que alguna cinta de un servicio de streaming, sin proyección tradicional asegurada, llegara al jurado.
Lo anterior, hizo posible llevar esta historia sensible, extraña y sin duda, provocadora a un escenario que se encontró sorprendido por la habilidad de la compañía. Abucheada, amada y odiada a la vez por la crítica, para, al final, ser tratada con desdén, este experimento afortunado de su director, hizo historia. Su relato acerca de una criatura que escapa del mundo humano antes de ser sacrificado en compañía de una niña, era mucho más que un cuento de hadas macabro.
También, se trataba de una denuncia social de alto calibre: el cambio de tiempo y la transformación de los intereses. Una, que parecía tener relación directa con lo que Netflix deseaba demostrar con el mero hecho de plantear su estreno en Cannes. En otras palabras, profundizar en una nueva época del cine. Y aunque Cannes reformó su reglamento para que algo así volviera a suceder, algo quedó claro. Netflix había llegado al cine para quedarse.
Roma
Pero el impasse en Cannes, no evitó que Netflix siguiera insistiendo en lograr un lugar en la temporada de premios. Y finalmente lo logró dos años después, con Roma de Alfonso Cuarón. Esta obra íntima, rodada en blanco y negro, es una producción de alta factura, que demostró la ambición de la plataforma.
No solo se alejaba por completo de sus producciones superficiales y más cercanas al entretenimiento en estado puro. A la vez, es un largometraje netamente autoral, que permitió al director, explorar en varios temas dolorosos. De la desigualdad social en México, a la misoginia, pasando por el clasismo. Roma se volvió una exploración acerca de ideas complicadas que volvió al argumento un ejemplo de calidad de la experimentación que el cine puede permitir.
Mucho más, con las ventajas que ofrecía la plataforma. Sin restricciones de dinero o de duración, la cinta se hizo una excepción en la carrera de Cuarón y le valió un Oscar a Mejor dirección. Lo que demostró que la visión de Netflix era la adecuada para un nuevo tipo de apuesta cinematográfica.
La historia de un matrimonio
Imparable, Netflix siguió su línea de triunfos, con esta historia desgarradora escrita y dirigida por Noah Baumbach. El relato de un doloroso divorcio, convertido en reflexión sobre el amor y las relaciones modernas, se convirtió en una inmediata favorita a los Oscar de la Academia.
A la vez, demostró el talento de Scarlett Johansson y Adam Driver, al frente del proyecto, como una pareja de mediana edad que enfrenta el fracaso de su plan de vida.
Honesta, directa y descarnada, La historia de un matrimonio demostró el compromiso de Netflix con un tipo de cine complejo y sensible. Lo que le valió,, varias nominaciones a los premios de la Academia en 2020. Entre ellas, la de Laura Dern como Mejor actriz de reparto. Galardón que terminaría por obtener.
Pinocho
El director Guillermo del Toro, tiene una serie de ideas extraordinarias, que parecen complicadas para llevar a la pantalla grande. De una siempre aplazada versión de Los Mitos de Cthulhu a la ya descartada tercera parte de Hellboy. Tal pareciera que la cantera de proyectos soñados del mexicano se vuelve cada vez más cuesta arriba. En especial, cada vez más difíciles para producir en una época especialmente complicada del cine.
Pero uno de sus grandes sueños se hizo realidad, cuando Netflix le permitió llevar a cabo su personalísima versión de Pinocho. Alejada de la dulzura de Disney, el relato en stop-motion es mucho más parecido al cuento de Carlo Collodi en que se basa. También, refleja las obsesiones del realizador, que brindó una delicada y siniestra oscuridad a su argumento.
El resultado es una pieza de arte de la animación, que reflexiona sobre el bien y el mal, a partir de varios puntos de vista. Uno de ellos, el más polémico, a través de la política y el sentido de la inmortalidad. La cinta en un éxito inmediato y brindó a Del Toro el Oscar a la Mejor película animada en 2023. Y a Netflix, la seguridad que su ambicioso proyecto de producciones poco comunes no ha hecho más que empezar.