En La dama del lago, el guion de Alma Har’el y Briana Belser deja en claro casi de inmediato que, además de investigar un crimen, la serie pretende analizar la sociedad que permitió que ocurriera. Corre el año 1966, en una Baltimore atravesada por todo tipo de tensiones raciales. La desigualdad económica y violenta separa a la ciudad en dos territorios. Por un lado, un distrito rico y floreciente. Por el otro, las zonas más oscuras. El argumento se encamina, con rapidez, a mostrar que en un marco de estas características la violencia es imparable, y que la mayoría de las veces tiene por víctimas a los más débiles. 

La premisa — basada en la novela homónima de Laura Lippman — llega como una miniserie de 7 episodios al catálogo de Apple TV+. El formato debería permitir que el argumento pudiera ser explorado con cuidado. Y es justo lo que hace la showrunner Alma Har’el durante los primeros episodios. La dama del lago comienza con un asesinato espantoso que pone en alerta a la ciudad y da a entender que nadie está a salvo.

La dama del lago

La dama del lago se enfoca en Maddie (Natalie Portman), una madre y esposa dispuesta a todo por investigar un asesinato atroz. Pero la trama pierde demasiado tiempo en darle matices de heroína al personaje, mientras desperdicia no solo la actuación de la actriz, sino la atmósfera que logra sostener durante sus primeros capítulos. Con un final decepcionante, se lamenta que la serie pudo ser más de la historia melodramática que es.

Puntuación: 3 de 5.

En su primer thriller para televisión, Natalie Portman interpreta a Maddie Schwartz, una ama de casa con aspiraciones periodísticas que decide investigar el crimen por su cuenta. La actriz dota a su personaje de la urgencia de ser valiosa y útil, en un matiz muy habitual para la época en la que se ambienta el relato, por lo que es fácil comprender sus motivos. No obstante, la serie comete el error de transformar a esta mujer imperfecta y llena de defectos en una heroína.

Dos extremos de la vida norteamericana

La dama del lago convierte al personaje de Natalie Portman en una rara mezcla entre una investigadora amateur y un espíritu que aspira a ser libre y sin las limitaciones de la vida doméstica. Poco a poco, lo que empieza como una interesante pieza de época que muestra la frustración de las mujeres y sus ambiciones en un escenario crítico, se deshace en malas decisiones. La principal, la de insistir, sin sentido y sin ningún objetivo, que solo Maddie puede descubrir al criminal que asola a Baltimore.

Al otro lado de la ciudad, Cleo Johnson (Moses Ingram, de Obi-Wan Kenobi), es una madre sumida en la pobreza que lucha por su familia. El guion, que podría sacar provecho de que tanto Maddie como Cleo se parecen mucho en su forma de afrontar la vida, toma la cuestionable decisión de analizarlas en paralelo. Esto es un innecesario subrayado de la clase social, la pobreza y la esperanza que no brinda mayor sustento al argumento. En especial porque nunca profundiza realmente en el tema, sino que lo anuncia como parte de un contexto que no es claro en ningún capítulo. 

Una buena puesta en escena

La dama del lago

El director de fotografía Lachlan Milne utiliza la atmósfera colorida y llena de vida de Baltimore para crear la sensación que ambas mujeres están en el mismo estrato, aunque, claro, no viven lo mismo ni están destinadas a recorrer situaciones parecidas. A pesar de la buena puesta en escena, La dama del lago carece de solidez como para brindar interés a todo este prólogo sobre dos mujeres complicadas unidas por un escenario peligroso. De hecho, buena parte de sus primeros episodios los dedica a ratificar que Cleo y Maddie están en curso de colisión para encontrarse. Ya sea para trabajar juntas, para analizar el misterio que rodea a las muertes de las mujeres en la ciudad, o, como mínimo, para comprenderse mutuamente.

Sin embargo, la serie no es hábil al tratar de unir todos esos puntos. El asesinato inicial, que de inmediato se multiplica en varios más, termina quedando relegado ante ideas que no conducen a ningún lugar. Y si algo es evidente en La dama del lago es que desperdicia a sus actrices.

Esto sucede a través de conversaciones monótonas y escenas que pretenden ser simbólicas. Natalie Portman y Moses Ingram le otorgan una importante personalidad a sus respectivos papeles, y eso ayuda a que el argumento parezca más ordenado de lo que realmente es y a que el público no pierda el interés por completo.

Pistas obvias que no llevan a ninguna parte

La dama del lago

Uno de los principales inconvenientes de La dama del lago es que, mientras transcurren los capítulos, el objetivo ya no es resolver los crímenes. De modo que se aleja del procedimental noir que pretendía ser, para convertirse en un drama con tintes moralistas que resulta tedioso. Mucho más, cuando a partir del quinto capítulo la producción toma decisiones no muy claras. En especial, sobre la forma en que Maddie — ahora narradora absoluta — cuenta lo que vive y las tragedias que investiga.

La serie tiene un ritmo poco claro y un tono que no permite explorar en sus puntos más interesantes. Esto lleva a que los asesinatos, la investigación de Maddie e, incluso, una muerte trágica que deja huella, se conviertan en un decepcionante desorden argumental.

La dama del lago pudo ser mucho mejor de lo que es. En especial, porque sus protagonistas hacen una brillante exploración de las personalidades de sus personajes y del símbolo que ocupan en su argumento. Pero nada de eso es suficiente para hacer más ágil o mejor construida la historia. Así, la serie termina siendo un relato sin mucho orden que acaba de manera predecible.