Con la decisión del Ministerio de Sanidad de España de volver a hacer obligatorio el uso de la mascarilla en centros sanitarios, como era de esperar, han vuelto los bulos sobre esta medida de protección. Por supuesto, están las personas que aseguran que no sirve de nada y que es una forma de alienar a la población. Pero luego está la opción más creativa, la de quienes aseguran que las mascarillas causan neumonía.
Se basan en que con el uso continuado de mascarilla se acumulan bacterias, virus y hongos que pueden pasar a los pulmones y, una vez ahí, provocar una neumonía. Incluso corren por redes sociales y cadenas de whatsapp algunos vídeos de supuestos expertos explicando cómo sucede. Algunos son vídeos reales en los que se ven las bacterias que pueden proliferar en una mascarilla. Pero hay algo en lo que no se incide. Se trata de mascarillas sometidas a un mal uso.
Cuando se pide a la población que utilice la mascarilla, se presupone que deben usarla correctamente. Para eso se han hecho millones de campañas informativas desde los inicios de la pandemia. Con ellas, se intenta explicar qué se debe y qué no se debe hacer a la hora de usarlas. Ahora bien, incluso así, hay que destacar que no hay ningún estudio científico ni reporte de caso que demuestre que las mascarillas causan neumonía, incluso con su mal uso. No se ha encontrado que le haya ocurrido a nadie. Pero, por supuesto, sí que hay muchísimas personas que han desarrollado neumonía a causa de la COVID-19 o la gripe. Solo hay que unir los puntos.
¿Por qué es falso que las mascarillas causan neumonía?
Con un buen uso de las mascarillas, las bacterias o virus que se acumulasen en ellas serían nuestras propias bacterias y virus. Es decir, saldrían de nuestras vías respiratorias. No nos podemos infectar de lo que ya estamos infectados. Y tampoco nos puede causar ninguna infección nuestra propia microbiota. Es decir, los microorganismos que viven con nosotros no nos pueden causar ningún daño si son inocuos. Y los que no lo son, no nos provocarán enfermedades que no nos hayan causado ya. Por ejemplo, si tenemos COVID-19, no vamos a empeorar por usar mascarilla.
Ahora bien, todo esto sería suponiendo un buen uso y para que esto ocurra hay que tener en cuenta, sobre todo, dos factores. El primero es no usar las mascarillas más tiempo del recomendado. En ese caso, se acumularía demasiada humedad en ella y eso sí favorecería la proliferación de más microorganismos. Se debe usar, como máximo, lo estipulado por el fabricante. Y, además, si se ve muy húmeda o estropeada, habría que desecharla antes.
Ahora bien, durante la pandemia casi nadie ha seguido esa pauta. Y los hospitales no se han llenado de casos de neumonías bacterianas. Eso es un ejemplo más de que afirmar que las mascarillas causan neumonía es bastante osado.
El segundo factor que se debe tener en cuenta es la higiene de manos y de la propia mascarilla. Lo recomendable es lavarse las manos antes de colocarla, para evitar que lleguen hasta ella microorganismos ajenos a nuestras vías respiratorias. Además, a la hora de guardarla, se debe utilizar un recipiente adecuado, que no acumule humedad, y en casa tenerlas al aire después de un uso corto. Si se guardan en el bolsillo o el bolso directamente pueden acumular muchas bacterias. Pero, de nuevo, muchísimas personas hacen eso. Y no por ello desarrollan neumonía.
¿Qué dicen los expertos?
Si no es cierto que las mascarillas causan neumonía, ¿por qué hay vídeos en los que salen científicos hablando de los microorganismos que pueden proliferar en ellas?
Para esta pregunta, que es lógico que nos hagamos, hay varias respuestas. En primer lugar, muchos de esos vídeos están sacados de contexto. Es decir, se trata de científicos demostrando los microorganismos que pueden proliferar en las mascarillas con el tiempo, para concienciarnos de que las usemos correctamente. En ningún momento hablan de neumonías por un uso adecuado de mascarillas.
Por otro lado, no podemos estar seguros de que esas personas sean científicos. Pero, incluso si lo fueran, eso no significa que debemos creer a pies juntillas todo lo que dicen. Estaríamos cayendo en algo conocido como sesgo de autoridad, que hemos visto mucho durante la pandemia. Personas con carreras científicas asegurando que las vacunas o las mascarillas llevan grafeno y otras muchas afirmaciones sin evidencia científica.
Los científicos también cometen errores o pueden tener intereses que les lleven a hacer estas afirmaciones. Lo que está claro es que no nos podemos guiar por lo que diga uno, sino por lo que, con multitud de estudios, concluya la comunidad científica. En el caso de las mascarillas, la Sociedad Española de Neumología, por ejemplo, fue de las primeras en hacer un comunicado sobre su eficacia. Si de verdad hubiese un riesgo de neumonía por su uso no habrían hecho tal afirmación.
Por lo tanto, sí, las mascarillas son seguras. Y no habríamos tenido que llegar a esta imposición del Gobierno si la pandemia realmente hubiese servido de algo y nos hubiese enseñado a usarlas como se debe: cuando tenemos síntomas. Si las personas con síntomas no las usan, para proteger a los vulnerables, tendremos que usarlas todos.