Por alguna extraña simetría, dos franquicias estrenan su nueva versión y su último capítulo el mismo día: el 21 de Junio, Toy Story de Disney/Pixar se despedirá con un cuarto capítulo de la pantalla grande, mientras que Child’s Play regresa, con nuevo rostro, voz y enfoque. Ambas historias, completan un largo camino en el que coinciden en un punto: mostrar a los muñecos –ese símbolo imperecedero de la niñez– desde un ángulo por completo contrario uno del otro. Como si se tratara de una metáfora sobre toda una generación de fanáticos, Woody y Chucky se enfrentarán en celuloide, pero también en la forma a la psiquis colectiva como parte de la cultura pop.
La coincidencia no pasó desapercibida para la productora Orion Pictures, que desde que el primer tráiler del reboot de la película Child’s Play, juega con todo tipo de referencias en las que involucra directamente a los personajes de la película de Disney/Pixar.
El primer cartel —que apareció horas después de que el primer adelanto de la película se difundió en redes— insinuó que Chucky asesinó a Woody, el emblemático vaquero de sombrero que lleva la firma del niño al que pertenece en su zapato. Además, en la cuenta Instagram de la película (@ChildPlayMovie) pudo leerse lo que parece ser una advertencia: “Hay un nuevo sheriff en la ciudad. Conoce a tu nuevo mejor amigo el 21 de junio”.
Para cuando el segundo tráiler de Toy Story 4 fue estrenado, Chucky atacó de nuevo y capitalizó la popularidad del lanzamiento con un nuevo póster que mostraba a una segunda víctima del Universo Disney/Pixar: la imagen muestra lo que parece ser algunos trozos del perro de resorte Slinky, que arde en fuego mientras el muñeco diabólico abandona la escena. “El 21 de Junio, averigua qué es realmente cocinar” puede leerse en el póster.
Se trata de una campaña publicitaria en esencia provocadora y sin mayor trascendencia a no ser una buena dosis de humor negro: ninguna de las películas fue antagónicas en algún punto de su historia o se enfrentaron en taquilla, antes o después. No obstante, esta pequeña batalla en redes sociales demuestra que tanto una como la otra, reflejan dos formas de entender fenómenos muy parecidos sobre la inocencia y el mundo infantil. Tanto Toy Story como Child’s Play fueron fenómenos de géneros cinematográficos disímiles que brindaron una bocanada de aire fresco al cine. En este último encuentro circunstancial, una generación de fanáticos con versiones paralelas del mundo en pantalla, coincidirá como un raro fenómeno cultural.
Disney/Pixar, por supuesto, lleva las de ganar. En 1995, la llegada de Toy Story a la gran pantalla supuso una reinvención del mundo animado, gracias a los prodigios de la productora. El resultado fue el primer largometraje animado de forma totalmente digital, que, además, triunfó en argumento y pasó a ser algo más que una curiosidad tecnológica.
Toy Story se convirtió en la abanderada de una nueva generación de fanáticos para quienes la magia Disney se transformó en una nueva forma de narrar historias a través un extraordinario repunte de lo digital. La historia de los juguetes con vida propia –repletas de vicisitudes, dolores y pequeñas tragedias– crea un universo amplio que Pixar se encargó de dotar de una radiante vida visual, mientras Andrew Stanton, Joss Whedon, Joel Cohen y Alec Sokolow dotó de emoción y un fresco sentido del humor.
Pero Toy Story es una celebración al abstracto optimismo Disney. Quizás por eso Child’s Play, con toda su carga de violencia retorcida y burlona percepción sobre la infancia, sea su involuntario reverso oscuro. O mejor dicho, el puente que une a la radiante habitación de Andy Davis en Toy Story con el departamento claustrofóbico de Andy Barclay, que también tenía un amigo fiel, sólo que pelirrojo y con una notable obsesión por el crimen.
Se trata de casualidades irónicas: el Chucky imaginado por Don Mancini y destinado a convertirse en una clásica serie B del género de terror, también medita sobre el mundo infantil y las relaciones de los niños con su entorno. Pero mientras en Toy Story, Woody es el epítome del bien, la lealtad y el amor, el muñeco poseído y diabólico tiene un mayor parecido con las inquietantes criaturas del director checo Jan Svankmajer, que lleva toda una vida utilizando a los objetos inanimados para crear duros discursos sobre el existencialismo y el miedo, algo que también hace la dupla Mancini-Holland.
En Child’s Play, Tom Holland utiliza una tópica historia sobrenatural, para analizar con descarada ironía la forma en que los objetos inanimados son el símbolo de nuestras perversiones. Autoconsciente y con todo el aire vulgar de una película menor, Child’s Play se burla del bien y del mal. En este caso, el muñeco pelirrojo poseído por el llamado “Estrangulador de la Orilla del Lago” (Brad Dourif), es una versión surreal de Woody, destinado a convertirse en el amigo más querido de un niño solitario.
Mientras la obra de Disney/Pixar muestra a la figura benévola de Woody –con la voz de ese gran buenazo Tom Hanks– como el protector de Andy, en la película de Holland, Andy recibe un Good Guy, un muñeco de fríos ojos azules que como Woody también promete lealtad eterna, solo que a fuerza de asesinatos cruentos. Resulta hilarante que la saga Toy Story bien podría ser una versión edulcorada de este Chucky con la voz de un maníaco adulto que levanta el cuchillo para asesinar al aterrorizado niño que le sostiene entre sus brazos.
¿Resulta inevitable el enfrentamiento en pantallas de Woody y Chucky? Sin duda, hay muy pocas razones para eso. Ambas franquicias han recorrido caminos desiguales. Mientras la de Disney/Pixar se convirtió en una de las más exitosas de la historia, Child’s Play ha pasado por todo tipo de reinvenciones y puntos muy bajos. Para el momento del reboot dirigido por Lars Klevberg es apenas un experimento de humor burlón que podría pasar desapercibida en taquilla, mientras que Toy Story 4 —que en proyecciones tempranas obtuvo una calificación perfecta en Rotten Tomatoes— seguramente se convertirá en una de las películas más exitosas del año.
Pero algo sigue uniendo a ambas franquicias: un hilo que contrapone de manera involuntaria a dos tipos de fanáticos de géneros en apariencia antagónicos. De la fantasía al terror, aquellos que crecieron siendo “el Andy mejor amigo de Woody” o “el Andy que huía de Chucky”, volverán para disfrutar una nueva historia de ambos personajes.
Buena parte de la audiencia que se sentará en las butacas para ver las aventuras de Woody y su grupo de amigos, son adultos que crecieron para ver la evolución de sus personajes favoritos y que sin duda, disfrutarán de la ternura de este (al parecer definitivo) cierre de la historia central. Otro tanto podría decirse de los que acudirán para presenciar la enésima reencarnación de Chucky –con la voz de Mark Hamill–, que luego de atravesar un grupo de películas mediocres, vuelve a la pantalla con un argumento tecnológico que toda la intención de conquistar a un nuevo tipo de audiencia.
Tanto el vaquero como el muñeco asesino se despiden y dan la bienvenida a sus fanáticos y a un nuevo tipo de mortalidad. ¿Casualidad? Todo es posible en el mundo del cine.