Borderlands, la aclamadísima saga de videojuegos, por fin tiene su adaptación al cine. El director Eli Roth vuelve a saltar de género para pasar del terror de Black Friday a la comedia de acción. El proyecto ha estado muchos años en desarrollo y ahora llega a los cines con un reparto liderado por Cate Blanchett, Jamie Lee Curtis, Jack Black y Kevin Hart. A su vez, se unen el alemán Florian Munteanu y la joven Ariana Greenblatt, que con 16 años ya se ha hecho un nombre propio gracias a Barbie, Ahsoka o Vengadores: Infinity War, entre otros.
La historia sigue a Lilith (Blanchett), una veterana cazarrecompensas que recibe un sorprendente encargo de Atlas, uno de los hombres más poderosos de la galaxia. La protagonista es enviada al peligroso planeta Pandora, su hogar natal, para encontrar a Tiny Tina (Greenblatt), la hija del magnate. Y es que la pequeña es la clave para encontrar la Cámara, un tesoro secreto que otorgará un poder inimaginable a quien lo encuentre. En el inhóspito lugar, Lilith formará una alianza con varios personajes muy variopintos mientras luchan contra toda clase de amenazas.
Borderlands
Los conocidos videojuegos de Gearbox por fin tienen su ansiada adaptación cinematográfica. Una película que, sin embargo, no cumple con las expectativas generadas y que termina siendo una aventura espacial aburrida e insulsa. No abraza su lado caótico y excesivo, sino que se queda en una mediocre tierra de nadie fruto de un guion muy poco pulido y una dirección sorprendentemente poco ambiciosa.
Falta de ambición
La premisa de Borderlands es sobradamente atractiva. Una ópera espacial adornada de un estilo punk muy gamberro y violento. A priori, los ingredientes necesarios para hacer una buena adaptación del videojuego y también para ofrecer una película de lo más entretenida. Pero todo se queda en esa bonita superficie que nunca llega a concretarse. Lejos de la originalidad del material de partida, el filme se asienta en una aventura dolorosamente convencional e insípida.
Con tan poco a lo que agarrarse, el reparto queda perdido. Es muy complicado que Blanchett no brille en una película en la que se le otorga todo el protagonismo. Y, sin embargo, se la nota perdida y apagada. Lo mismo sucede con todos los demás, que ni siquiera logran hacer que la química necesaria para el equipo llegue a la pantalla. Probablemente, no es culpa suya porque no hay una base sólida que les permita destacar, pero es desconcertante que ninguno consigue robarse el show.
Para colmo, tanto la violencia bruta como el humor negro quedan absolutamente deslavados. La inmensa mayoría de buenos chistes son los que aparecen en los tráileres, optando por un tono más dramático que ni de lejos era lo prometido y que no le sienta nada bien a una historia así de alocada. No hay momentos de carcajadas y tan solo el robot Claptrap (Black) consigue sacar, de vez en cuando, alguna sonrisa (varios de sus chistes ni siquiera entran bien).
En cuanto a las escenas de acción, aunque es cierto que son abundantes, dan la sensación de ser demasiado cortas y contenidas. Además, Roth aboga por rodarlas con un estilo sencillamente correcto y muy poco ambicioso. Se echa de menos algo más de sangre y de ideas creativas a este respecto. El cineasta tenía todos los elementos para hacer algo visualmente apabullante y exagerado, pero se ha conformado con lo mínimo.
Un guion esperpéntico
Borderlands debía ser una película fresca, gamberra y ofensiva. Una propuesta para atreverse a forzar los límites sin miedo, aupándose en su naturaleza de serie B de alto presupuesto y su caótica estética. Tenía que ser un filme que siguiera el estilo de Guardianes de la Galaxia de James Gunn pero aún más bestia e irreverente. Y lejos de todo eso, se queda en un intento muy poco memorable, terriblemente mediocre, de aventura espacial sin chispa.
Buena culpa la tiene su guion, expositivo hasta la extenuación. En lugar de aprovechar las virtudes de la imagen -y más en un universo tan rico como este- para narrar la historia, Borderlands es una sucesión de diálogos larguísimos y cansinas voces en off. Todo tiene que venir mascado y ultraprocesado, no hay hueco para que el público descubra los secretos y detalles de la trama por sí mismo. Los giros, además, son demasiado predecibles y no ofrecen verdadera sorpresa. El peor de todos los pecados del filme es que no es nada estimulante.
Es particularmente triste que una película como esta haya aterrizado de una manera tan desastrosa en un panorama como el actual. Desde hace unos años, las adaptaciones de videojuegos en cine y televisión han tenido un salto de calidad excepcional. The Last of Us, Fallout, Super Mario Bros., Arcane, Sonic, Detective Pikachu... Todo hacía pensar que Borderlands iba a unirse a esa lista. Pero por desgracia ha caído en el mismo saco que otros proyectos mucho más olvidables como Assassin's Creed.
Hay un intento, sobre todo en su diseño de producción, de encontrar una voz propia y un aspecto distintivo. Pero cuando ni la narrativa ni la dirección acompañan, todo queda lastrado. La fascinación se pierde a los pocos minutos. Por no hablar de determinados efectos digitales horrendos que tumban los que sí que funcionan. En resumidas cuentas, Borderlands es una triste decepción que no explota el potencial que tenía sobre el papel y que no le hace ni la más mínima justicia a los divertidos videojuegos.